Una dilatada experiencia demuestra que estos estudios forman titulados muy versátiles, con una gran capacidad de adaptación a toda suerte de situaciones laborales y de aprendizaje de todo tipo de técnicas de trabajo. Acercar la formación universitaria a la cambiante realidad social y laboral ha sido y es uno de los principales empeños de estos estudios. Las áreas de actuación profesional relacionadas con una formación más especializada y una capacitación mayor para la investigación en temas propios de la especialidad constituyen las salidas clásicas y principales para los titulados. Sin embargo, gracias a la metodología, la capacidad de organización y de adaptación, el manejo de la información y la documentación, el dominio de lenguas y cultura y las destrezas relacionadas con las nuevas tecnologías que requiere el trabajo filológico, resultan especialmente eficaces en la industria editorial y en aquella conectada con la difusión de la información y la cultura histórica, lingüística y literaria, así como en la gestión del patrimonio cultural e histórico, en los archivos, bibliotecas, museos y centros de documentación histórica y en los institutos de cultura e investigación de tipo específico, en instituciones gubernativas y locales. Lo anteriormente expuesto permite establecer los siguientes perfiles profesionales para la titulación:
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Docencia de las materias correspondientes en educación secundaria y, sobre todo, universitaria.
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Investigación especializada en el ámbito de la Filología Clásica
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Desempeño de funciones profesionales de alta responsabilidad en entidades públicas y privadas en los sectores de:
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instituciones culturales (bibliotecas, archivos, etc.)
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actividades editoriales (consultor editorial, redactor y traductor de textos clásicos)
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actividades relacionadas con el periodismo y la comunicación (redactor cultural, documentalista, etc.)
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actividades relacionadas con la producción teatral o cinematográfica (consultor, guionista, etc.)
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Por todo ello, es fundamental contar con titulados de este nivel que tengan una formación especializada en Filología Clásica, para que puedan desempeñar de forma cualificada una actividad profesional en los diversos campos de la cultura donde se requieren los conocimientos, habilidades y destrezas que un Máster en Filología Clásica puede proporcionarles.
Salidas académicas en relación con otros estudios
La titulación de Grado es una de las primeras en Filología que han existido en nuestro ordenamiento académico universitario. Los estudios filológicos sobre el mundo clásico cuentan con una larga y fecunda tradición y mantienen en la actualidad toda su vigencia, lo que explica la presencia de titulaciones equiparables en universidades europeas de prestigio. Sirvan como ejemplo los datos recogidos de Universia que arrojan, entre otros, los siguientes resultados: en España, la Especialidad de Filología Clásica se imparte, en la actualidad, en 18 universidades públicas; en Estados Unidos hay Departments of Classical Studies en 76 Universidades; la mayoría de las universidades italianas ofrecen grado y postgrado en Lettere Classiche y en Alemania son 138 las posibilidades de estudio de pregrado en Filología Clásica, Latín, Griego o Bizantinística, según datos de la Conferencia de rectores de Centros Superiores Alemanes. Situación similar encontramos en el resto de los países europeos y una fuerte implantación en los de América latina. Además de proporcionar una formación filológica en el sentido más tradicional del término, siempre han estado en la vanguardia de la investigación lingüística, de las metodologías científicas y didácticas en nuestro país. Esto ha tenido especial repercusión en el ámbito de la formación y la investigación.
Es un rasgo característico de nuestro tiempo el hecho de conceder un papel fundamental al “conocimiento”, hasta el punto de que la expresión “sociedad del conocimiento” es cada vez más empleada para referirse a la actual sociedad global. Pero la polisemia que encierra esta expresión debe ser aclarada. Es un hecho obvio el lugar de preeminencia que el conocimiento técnico-científico ocupa en nuestra sociedad desde el momento en que contribuye de forma inmediata a mejorar nuestra relación con la Naturaleza y a incrementar nuestro bienestar social, a través de las innovaciones tecnológicas. Pero las profundas transformaciones sociales y culturales, dilemas éticos, conflictos políticos y enfrentamientos religiosos que estas transformaciones comportan, tienen necesidad de un examen crítico y de un debate público y democrático, en el que resulta ineludible recurrir a los instrumentos conceptuales que constituyen el rico legado intelectual de la antigüedad grecorromana. El conocimiento de nuestro tiempo debe asumir, además de los aspectos técnico-científicos, una serie de saberes que tienen que ver con lo que tradicionalmente se han llamado las humanidades, es decir, con el conjunto de experiencias históricas, políticas y culturales que hemos heredado del pasado y que no podemos dejar de preservar, y con el desarrollo de toda una serie de capacidades individuales y colectivas que proporcionen no sólo una especialización profesional cualificada, sino también una formación cívica e intelectual acorde con nuestro tiempo. Los estudios de Filología Clásica, adecuados a las características y exigencias de la sociedad actual, son instrumento imprescindible para la adquisición de dichos saberes.